miércoles, 20 de julio de 2011

Presentación en Ayacucho


Por: Elmer Arana Mesías

Antes de iniciar con la presentación de la novela "Nina y la casa abandonada" de Ricardo Virhuez, quiero manifestarles que mi intervención como presentador se centrará no tanto en puntualizar los aspectos técnicos de la novela pertinentes a la crítica literaria, sino en enfatizar la utilidad pedagógica que pueda generar.

1. Cómo llegué a conocer la obra Nina y la casa abandonada

Los alumnos (colegiales) en general hablan mucho. Y tal vez cuando hablan en demasía y el aula se torna en un diálogo desbordante, uno suele tener la idea de que sus estudiantes de comunicación (lenguaje y literatura) tienen mucho potencial que explorar; sin embargo cuando llega el momento de presentarles un texto escrito y el profesor crea un ambiente propicio y harta expectativa, es desmoralizante comprobar -muchas veces- que la expectativa se va tornando en silencio, el silencio en desánimo, el desánimo en cansancio y este, finalmente en abandono. Entonces el estudiante asume la lectura ya no como un encuentro placentero con el otro (narrador) que dice o te cuenta algo, sino -asumiendo la postura del escolar- como un enfrentamiento claro con un señor que inventa un lenguaje inaccesible para su entendimiento.

Qué le queda al profesor, entonces. Acompañar la lectura, parafrasear los pasajes más complejos para acercar el lenguaje del autor al del lector. Y en este trajín terminamos narrando las historias y el fin principal que era desarrollar la capacidad lectora termina trastocándose en comprensión -ya no escrita- sino oral.
Ahí la tarea difícil del profesor de Comunicación: seleccionar textos -en este caso literarios- que adecuen el registro lingüístico a un público determinado, en función de sus intereses, edad, etc. manteniendo el equilibrio en el manejo del lenguaje.

Confieso que en ese dilema me encontré con mis alumnos del primer grado de secundaria de la institución educativa estatal donde laboro (Haya de la Torre, Vinchos) que -dicho sea de paso- está ubicada en zona rural y cuya población escolar mayoritariamente es bilingüe.

2. ¿Qué lecturas escoger?

Es así que se me vino a la memoria el título de una novela corta muy amena que ya había tenido ocasión de compartirla con alumnos de grados superiores: "Rumi y el pincullo mágico" de Ricardo Virhuez.
Traté de agenciarme de ejemplares de Rumi... pero para mala suerte mía y buena suerte del autor, ya estaba agotada la edición.

Entonces Ricardo me propone otro título: "Nina y la casa abandonada" y al leer la sumilla: "Nina y la casa abandonada es una novela de suspenso, que hará las delicias de grandes y chicos, inspirada en la leyenda limeña de un fantasma femenino que aterroriza a los choferes en la Variante de Pasamayo", me vino una interrogante: ¿Estarán mis alumnos en condición de comprender una novela ambientada en un espacio ajeno a su realidad cotidiana? Casi inconscientemente una voz proveniente de las instancias de gestión educativa, me decía: "profesor, tenemos que ser cuidadosos al asignarle lecturas a nuestros alumnos, estas deben contextualizarse. ¿Cómo van a comprender (los alumnos) textos sobre el mar, las gaviotas si jamás las han conocido?".

Encogiéndome de hombros decidí asignarles la lectura "Nina y la casa abandonada". La idea inicial era desarrollar la lectura de la novela en el aula paulatinamente y por secciones. Me ayudaría de medios audiovisuales previos para que los alumnos ubiquen la variante del Pasamayo, el arenal, la neblina brumosa que la cubre, etc.

La primera cita con la obra llegaría dentro de una semana. Y cuando me aprestaba a hacer uso de todo el arsenal pedagógico que había preparado: equipar el aula con los medios audiovisuales, presentarle el glosario respectivo, aplicar el subrayado, el sumillado, el parafraseo, etc.; mis alumnos me interrumpieron manifestando que muchos ya habían concluido la lectura y otros tantos estaban en ese camino.
Eché mis pertrechos al suelo y sorprendido, sumamente incrédulo, comencé a lanzar "disparos" (preguntas) para comprobar que no se trataba de una argucia más a que los estudiantes recurren cuando quieren "distensionarse" (relajarse) sino que efectivamente habían comprendido el contenido de la novela. Y cada uno de mis "disparos" fue neutralizado por una ráfaga de respuestas que sobrepasaban mi propia comprensión literal del texto.

Entonces terminé por aceptar que efectivamente Nina y la casa abandonada había sintonizado con los intereses y expectativas de mis alumnos, a tal punto que inicié a hurgar en las razones:

3. El texto frente a mis alumnos

a. La forma
El tamaño del formato de Nina... permite su portabilidad. El lector lo lleva a donde quiera y lo lee donde pueda: en el aula, en el recreo, en su casa, etc.

El formato de las letras (grandes) hace que el lector le pierda el temor que le causa los libros con letras pequeñas donde no hay espacio ni para sumillar.

b. Una historia atrayente
En la contratapa de la obra figura la sumilla que resume el contenido del texto. Con ello el lector realiza una primera aproximación a lectura que le genera intriga.

El mismo autor manifestaba que si bien en la poesía importa más la forma; en la narrativa lo es la historia. Una novela, en este caso, debe asegurar una historia atrayente.

Nina y la casa abandonada narra las aventuras fantásticas y terroríficas que le ocurren a una familia en un paseo de fin de semana.

Nina y Daniel obtienen buenas calificaciones en el colegio. Sus padres los premian con un paseo a Huarmey en compañía de sus compadres.

En el trayecto, en la variante de Pasamayo se toparán con el espectro de una monja que los perseguirá hasta descubrir que en los arenales aledaños existe una casa abandonada que antaño fue una iglesia destinada al castigo de niños que eran tomados prisioneros.

Nina, la adolescente, desenredará cada una de los conflictos que embrollan a los visitantes.

c. Adecuación del lenguaje
Un gran obstáculo o facilidad para lograr la comprensión de un texto (una novela en este caso) es la adecuación de la lengua. Si la lengua es la que comunica las ideas, y ella no se adecua al lector, simplemente no hay comunicación efectiva. Por ello es necesario que el autor identifique el público al que dirige su obra.

Nina y la casa... tiene el acierto de conjugar un lenguaje que oscila entre lo coloquial y lo culto: mi padre nos había acusado de ser flojos, holgazanes, cabezas huecas, tontos, burros y un sinfín de deliciosos adjetivos. (p.10).

Donde el manejo literario a nivel discursivo (figuras, tropos) se da sutilmente y es casi imperceptible: mi hermana... era bastante bonita aunque en su cerebro habitase el aire (p. 11).

Seguimos el desvío y enseguida se abrió ante nosotros la imagen del mar inmenso y azul, y las olas que dibujaban sus blancas espumas al reventar suavemente en la arena. (p. 34)

d. El mundo representado
No es cierto que las lecturas siempre deban contextualizarse a nivel del contenido. En el aspecto formal en gran medida si es importante. Pero reducir las lecturas a solo aquellas cuya representación se enmarque en el entorno del estudiante conduciría a un desconocimiento de otras realidades.

¿Quién conoció una ballena directamente o un volcán en erupción? ¿Por qué sabemos que Saturno es un planeta que tiene un sistema de anillos? ¿Alguien ha tenido contacto con un dinosaurio? ¿Cómo sabemos que el núcleo externo de la tierra está en estado líquido y que su temperatura puede superar los 6.700 ºC?
Con estas preguntas sólo quiero sostener que la lectura literaria y la no literaria no sólo deben representar el entorno del estudiante sino que debe ser el vehículo que le permita acceder a otras realidades. Por ello expreso mi discrepancia con algunos docentes que tienden a seleccionar lecturas "acordes a la realidad del estudiante" como si este fuera un ermitaño que no emigrará de su cueva.

Un niño de la sierra puede bien leer historias de la sierra, de la costa o de cualquier otra realidad. De ello depende la adecuación lingüística del texto.

Nina... representa hechos ficcionales que se desarrollan en Pasamayo y Huarmey básicamente. La fantasía y la realidad se mezclan en esta obra. Pero la fantasía adquiere carácter mítico al sustentarse en la colectividad. Ya que todo un grupo la acepta y la asume verdadera. Las creencias en fantasmas que penan hasta que alguien logre concretar algunos deseos que en vida no pudo lograr; como por ejemplo desenterrar objetos valiosos o cumplir con sepultar y dar el responso a quienes fallecieron en circunstancias adversas, son expresiones de imaginario popular presentes en muchas culturas; por ello es que la trama presentada en esta novela donde el espectro de un anciano pide que le ayuden a incendiar una iglesia vetusta donde padeció torturas en su infancia a manos de unas monjas inhumanas, es asumida y aceptada por los lectores. La obra gana en verosimilitud porque se apoya en esas creencias que aún sobreviven.

Un dato a resaltar es que dentro de la confusión y el temor creados por la aparición del fantasma de la monja en la carretera de la variante de Pasamayo, sean los niños y sobre todo Nina los que actúan con mayor lucidez que los adultos. Es Nina quien se explica los hechos en términos casi legendarios y encuentra una lógica que los adultos dentro de su racionalidad no comprenden:

Conozco una leyenda urbana -dijo Nina- dicen que hay una mujer que se presenta a los choferes solitarios. Algunos la recogen en ruta y ella se sienta a su lado. Otros, la dejan en la pista porque presienten el peligro; entonces, la mujer persigue al chofer que no cayó en sus encantos... Al voltear a mirarla, descubre una calavera... el chofer pierde el control... y se va al abismo. (p. 27)

No había rastros del anciano... Recostado contra las piedras, casi cubierto de arena se encontraba el cadáver del viejo Juvencio Tume. Había muerto hace decena de años atrás. Nina no hizo comentarios. Estábamos pensando lo mismo y no era necesario decir nada. El anciano... solo quería una cosa: que le ayudemos a terminar su tarea. (pp. 64-65)

Finalmente cabe decir Nina y la casa abandonada es una obra hecha para leerse de un solo tirón. Está dirigida básicamente a un público escolar pero ello no impide que cualquier lector de cualquier edad pueda acercarse a ella y disfrutar de una historia donde la fantasía y la realidad de entremezclan y te capturan de inicio a fin.


* Artículo leído en la presentación de la novela "Nina y la casa abandonada" de Ricardo Virhuez Villafane el 16 de junio de 2010 en el auditorio del local Garcilaso de la UNSCH en el marco de la realización del VII Congreso Nacional Lingüístico Literario.